miércoles, 2 de diciembre de 2015

CARTA DEL CASTILLO

Hoy hemos recibido una carta de los señores del Castillo de "Manzanares del Real", Don Pedro y Doña Isabel, nos ha hecho mucha ilusión y nos han invitado a visitarlos de nuevo y  a almorzar con ellos .

Estimados amigos:

    Os habla Don Pedro  de Zúñiga y Salcedo y Doña Isabel Asensio.  Sobre aquella mesa escritorio de la sala del Infantado, con pluma en mano y tinta goteando, os escribimos esta carta para agradeceros vuestra visita a nuestro hermosos castillo palacio de la cuenca del Manzanares. Espero que recordéis  algunas de las explicaciones que os dimos acerca de sus aposentos, su mobiliario y usos y costumbres de aquella época lejana. Y para que no caiga en el olvido, os refrescamos la memoria.
         Hablamos de que era un Palacio-castillo. Un palacio es” una casa grande y lujosa, especialmente cuando sirve de residencia a un soberano, o a un noble”; y un castillo es “un edificio o conjunto de edificios fortificados para la guerra, con muralla, fosos, etc…” aunque el nuestro no tiene foso con cocodrilos…pero sí una espléndida muralla con sus respectivas saeteras (que son unas aberturas –como ventanillas estrechas- que hay en su muro y que servían para disparar las flechas en caso de que atacase el enemigo).
         Acordaos de qué eran los tapices y para qué servían. Los tapices, son unas telas gruesas  con dibujos tejidos en hilos de distintos colores, que se ponen normalmente colgadas en las paredes con el fin de adornarlas. Pero su principal función era la de aislar las habitaciones del frío. Por eso, todos los castillos y palacios antiguos, que no disponen  como nosotros de calefacción eléctrica ni por gas, tenían tantas alfombras y tapices y, por supuesto, también muchas chimeneas. A nadie le gusta pasar frío y menos en pleno invierno de la sierra de Madrid.
        
También estuvimos hablando de como en la Edad Media, la gente que no vivía en los castillos, era gente que trabajaba en el campo o en pequeñas aldeas ejerciendo el oficio de sastre, herrero, etc…y se alimentaban a base de verduras, legumbres y cereales. Pero la carne era un privilegio exclusivo de la gente que tenía mucho dinero, la nobleza, que la comía día sí y día también. En cambio, los pobres, sólo en algunos días especiales o festivos podían incluirla en su menú.
         Bien, queridos infantes, ha sido un placer tenerles de invitados en nuestro palacio fortificado. Recordad que la próxima vez que vengáis os tendremos preparado para el almuerzo:
                   Pavo, conejo, gallina y pichón,
                   aceitunas  y naranjas,
                   pan de rosas y melón.
                   Y de segundo ternera con guisantes y jamón,
                   un buen vaso de leche
                   y siesta de resopón.


Un cordial saludo

Don Pedro y Doña Isabel

Les contestaremos dándoles las gracias y aceptando su invitación.

1 comentario:

  1. ¡Qué suerte!
    No olvidéis darles recuerdos míos.
    y si dais un almuerzo en vuestro castillo invitadme!

    ResponderEliminar