Estimados amigos:
Os habla Don Pedro de Zúñiga y Salcedo y Doña Isabel
Asensio. Sobre aquella mesa escritorio
de la sala del Infantado, con pluma en mano y tinta goteando, os escribimos
esta carta para agradeceros vuestra visita a nuestro hermosos castillo palacio
de la cuenca del Manzanares. Espero que recordéis algunas de las explicaciones que os dimos
acerca de sus aposentos, su mobiliario y usos y costumbres de aquella época
lejana. Y para que no caiga en el olvido, os refrescamos la memoria.
Hablamos
de que era un Palacio-castillo. Un palacio es” una casa grande y lujosa,
especialmente cuando sirve de residencia a un soberano, o a un noble”; y un
castillo es “un edificio o conjunto de edificios fortificados para la guerra,
con muralla, fosos, etc…” aunque el nuestro no tiene foso con cocodrilos…pero
sí una espléndida muralla con sus respectivas saeteras (que son unas aberturas
–como ventanillas estrechas- que hay en su muro y que servían para disparar las
flechas en caso de que atacase el enemigo).
Acordaos
de qué eran los tapices y para qué servían. Los tapices, son unas telas
gruesas con dibujos tejidos en hilos de
distintos colores, que se ponen normalmente colgadas en las paredes con el fin
de adornarlas. Pero su principal función era la de aislar las habitaciones del
frío. Por eso, todos los castillos y palacios antiguos, que no disponen como nosotros de calefacción eléctrica ni por
gas, tenían tantas alfombras y tapices y, por supuesto, también muchas chimeneas.
A nadie le gusta pasar frío y menos en pleno invierno de la sierra de Madrid.
También
estuvimos hablando de como en la Edad Media, la gente que no vivía en los
castillos, era gente que trabajaba en el campo o en pequeñas aldeas ejerciendo
el oficio de sastre, herrero, etc…y se alimentaban a base de verduras,
legumbres y cereales. Pero la carne era un privilegio exclusivo de la gente que
tenía mucho dinero, la nobleza, que la comía día sí y día también. En cambio,
los pobres, sólo en algunos días especiales o festivos podían incluirla en su
menú.
Bien,
queridos infantes, ha sido un placer tenerles de invitados en nuestro palacio
fortificado. Recordad que la próxima vez que vengáis os tendremos preparado
para el almuerzo:
Pavo,
conejo, gallina y pichón,
aceitunas y naranjas,
pan de rosas y melón.
Y de segundo ternera con
guisantes y jamón,
un buen vaso de leche
y siesta de resopón.
Un
cordial saludo
Don
Pedro y Doña Isabel
Les contestaremos dándoles las gracias y aceptando su invitación.
Les contestaremos dándoles las gracias y aceptando su invitación.
¡Qué suerte!
ResponderEliminarNo olvidéis darles recuerdos míos.
y si dais un almuerzo en vuestro castillo invitadme!